Uno de mayo

Uno de mayo, día especial para algunos, día de despedidas repentinas y fugaces para otros.
Aún guardo en mi mente aquella cara ojerosa que me delató todo. Parecía que te derrumbarías ante mí. Tus ojos expresaban una tristeza infinita que me invadió en seguida. El aire estaba tan cargado de hipocresía y confusión que se hacía difícil respirar.
Pronto llegó la noticia, más esperada para algunos que para otros, y escuché aquella palabra que tanto odio ahora: separación. En ese momento todo parecía una simple pesadilla que acabaría con el ring del despertador, pero este nunca sonó y todavía no ha sonado.
Lágrimas y más lágrimas, miles de porqués, miles de hipótesis por confirmar, miles de dudas, miles de miedos, miles de preocupaciones, miles de nudos en la garganta. Jamás olvidaré aquel abrazo que parecía tan necesario, la primera vez que vi como tus lágrimas huían de tus ojos, la primera vez que te dije te quiero y te abracé con fuerza, para intentar transmitírtela.
Uno de mayo, no vuelvas nunca por favor, pues lo vivido en ti es indeseable y aún dejas estelas tras de ti que ni el más fiero huracán podrá hacer desaparecer.

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